La cara de gilipollas que se nos quedaba cuando intentabamos tomar las medidas en clase de dibujo, desde la mesa, con el lapiz y un ojo tuerto. Todxs acurrucados en el papel. Diciéndole algo a ese blanco sepulcral que lo empaña justo antes de que alguien lo ametralle a carboncillo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario