1.13.2010

Ni lo que hacemos, ni lo que comemos. No somos lo que decimos ser. No somos lo que pensamos ni mucho menos. Ni nuestros errores ni nuestras victorias, no somos lo que ganamos ni lo que perdemos. No somos lo que fuimos ni seremos lo que queremos.Las habladurías y verborreas sobre qué somos o dejamos de ser son las barreras de nuestra inseguridad para definirnos. Por naturaleza no necesitamos saber qué somos, anhelamos saberlo por existencialismo absurdo y competitividad humana.Somos una condición con la que alguien juega. Y a la vez somos una razón por la que alguien dícese ser.La preocupación por la autodefinición es una clara demostración de nuestra necesidad de control sobre todo y todos. Necesitamos impresiones para formar definiciones. Nos guiamos por juicios tan válidos como no válidos, por opiniones individuales y discutiblemente frágiles para el colectivo para definir algo innecesaria y precariamente burlesco.No podemos ser nada concreto y podemos serlo todo a su misma vez. Lo que a raíz de esto si que somos, y esto es antagónico, hipócritas no solo con nosotrxs mismxs (cosa que resuelvo a definir como una estupidez) sino con todo lo que podemos decir y pensar sobre los demas. Si queremos que algo u alguien sea, será. Aunque antónimamente se muestre. Y si queremos ser, seremos aunque para nuestros adentros sepamos no ser absolutamente nada.

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